La inequitativa distribución de los ingresos en el mundo y en Colombia se ha incrementado en los últimos 40 años pese al crecimiento económico. Según una investigación que analizó el comportamiento del indicador Gini –que mide la desigualdad-, dicho índice subió de 0.30 a 0.35 en el mundo, durante ese periodo.
El coeficiente Gini se mide en un rango de 0 a 1, donde cero significa que todos tienen el mismo ingreso y 1, que una persona concentra todos los ingresos. Cuanto más elevado es el coeficiente, mayor es la desigualdad. Fue creado y publicado en 1912 por el estadístico y sociólogo italiano Corredor Gini y en la actualidad es utilizado por el Banco Mundial (BM) para establecer la desigualdad del ingreso en los países.
En Colombia, el Gini está en 0.53 que ubica al país como el segundo más inequitativo de América Latina después de Honduras (0.537), y el séptimo en el mundo, según el BM. Esta realidad explica, en buena medida, la difícil situación que enfrentan muchos ciudadanos para suplir sus gastos básicos de vivienda, educación, transporte y créditos pese a que la economía vaya bien.
“En el caso colombiano la situación es más crítica porque el índice decayó en pleno auge del petróleo (2006-2014)”, según estudios del BM y cuando se alcanzaron niveles de crecimiento de hasta 6.6 %, explica Óscar Benavides, economista, magíster y doctor en Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Colombia, que lideró la investigación “Análisis empírico de las relaciones dinámicas entre crecimiento económico y distribución factorial del ingreso”.
Él, junto con su equipo de trabajo, se preguntó ¿por qué si la economía crece, la inequidad se mantiene o, incluso empeora? Un comportamiento contrario al enfoque de que “en la medida que un país va creciendo, la distribución del ingreso tiende a mejorar”, aceptado en general por algunos teóricos y, fundamentalmente, por quienes diseñan las políticas públicas como ministros de Hacienda, directores del Banco de la República o de Economía.
Su investigación es la continuación de un primer estudio que hizo para establecer la tendencia de la inequidad durante las últimas cuatro décadas a través del indicador Gini, de la cual se publicó el artículo “Relaciones dinámicas entre innovación tecnológica y distribución del ingreso”, en 2011. En esta segunda parte, su objetivo fue analizar lo ocurrido después de la crisis inmobiliaria y financiera de 2008.
Benavides explica que después de las crisis, las economías suelen crecer y recuperarse. Sin embargo, en sus estudios ha identificado que pese a esto, persiste la inequidad en el ingreso en Colombia (51.1, en 2015 según el BM), lo cual muestra que éste no es un fenómeno coyuntural sino una tendencia.
“En los análisis teóricos de la situación ya se venía observando que a pesar de que las economías habían tenido un crecimiento económico importante en las últimas décadas el problema distributivo se venía acentuando”, agrega.
“En el caso colombiano la situación es más crítica porque el índice decayó en pleno auge del petróleo (2006-2014)”, según estudios del BM y cuando se alcanzaron niveles de crecimiento de hasta 6.6 %,.
Al cabo de la revisión y análisis comparativo de cifras, el equipo de investigadores identificó tres causas para el comportamiento paradójico de la relación crecimiento económico - distribución del ingreso:
Hacia los años 40 y 50 del siglo pasado, las economías crecían por acumulación de capital como maquinaria, equipos y bienes en manos de los trabajadores. Sin embargo, esa tendencia se modificó en los últimos 25 años y ahora lo hacen producto de los desarrollos tecnológicos.
“Hoy, quien hace la innovación tecnológica obtiene la patente y se vuelve monopolio. Por eso, los que más innovan son firmas muy valoradas como Google, Facebook, Microsoft, lo cual explica por qué son ricas”, señala el coordinador de la investigación. Para algunos, esta transformación es considerada como la tercera revolución industrial.
Mientras hace 10 años las compañías de energía y los bancos ocupaban los primeros lugares en los rankings de empresas mejor valoradas en el mercado, en 2017 varias fueron desplazadas por otras dedicadas a la tecnología. Así lo estableció el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) en la clasificación que hace de las compañías según el precio por acción y el número de acciones en circulación. Su ranking el año pasado fue el siguiente:
El nuevo comportamiento económico excluye a ciertos grupos de la población que quedan por fuera del mercado como la informalidad, con lo cual la brecha entre quienes pueden acceder a esas innovaciones y los que no, aumenta y se refleja en el Gini. “Cambió la forma de crecer la economía: crece más pero se distribuye peor”, enfatiza Benavides.
Una de las herramientas con las que cuentan los países para corregir estas tendencias son las políticas públicas. Sin embargo, el estudio encontró que “la política fiscal no ha mejorado la distribución” y que “la carga va esencialmente para los hogares, a nivel mundial”.
En el caso de Colombia, por ejemplo, la reforma tributaria implementada en 2017 redujo a solo uno (el impuesto de renta) gravámenes pagados por empresarios como el impuesto a la riqueza, el CREE (impuesto sobre la renta para la equidad), la sobretasa CREE y el impuesto de renta. Éste además bajará gradualmente hasta 2019, del 40 % a 33 %.
A la vez, la misma reforma incrementó impuestos pagados por la mayoría de habitantes como el IVA, que represento un aumento del 18.75%, al pasar del 16 % al 19 %, en productos básicos como pastas, margarinas, aceites, embutidos, cereales, productos de aseo, ropa y comidas en restaurantes.
Para el experto, con este tipo de medidas “no se están generando los efectos deseados y la economía crece más pero distribuye peor”.
El tercer factor que ha incidido en el comportamiento desfavorable del Gini en los últimos años es que el diagnóstico sobre cómo funciona la economía “no corresponde con la realidad”. Según Benavides, esto es particularmente evidente en Colombia donde hay las siguientes fallas de política:
Estos factores difieren de los postulados del enfoque teórico aceptado en general por quienes toman las decisiones económicas, lo cual conduce a un diagnóstico equivocado. Y un mal dictamen de la economía es como cuando un paciente va al médico y lo diagnostican mal: no va a tener el mejor tratamiento, asegura Óscar Benavides. “Es claro que si seguimos haciendo más de lo mismo no vamos a obtener un resultado diferente y la evidencia sugiere que la situación puede empeorar”, agrega.
Una de las alternativas por las que han optado algunos países para corregir la inequidad es la mayor participación del Estado. Entre ellos se encuentran los escandinavos como Noruega, Suecia o Dinamarca, localizados al norte de Europa, cuyas economías crecen y sus ciudadanos tributan de manera progresiva, es decir, los que tienen mayores ingresos pagan más y los que tienen menos, menos.
Para investigador, resolver los profundos problemas de inequidad debe ser una de las preocupaciones de la sociedad y puede evitar el aumento de movimientos nacionalistas y los crecientes cuestionamientos al funcionamiento del mercado. Su tratamiento va a determinar los movimientos de los próximos cinco años, advierte.