El profesor Edwin Chiribí, vicepresidente técnico de Camacol y economista de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), destaca que “en Colombia comprar vivienda tiene factores muy importantes, como incrementar el patrimonio familiar, tener estabilidad para un futuro hogar, o invertir en la vivienda para que se valorice con el tiempo”.
Señala además que, pese a esto, ser propietario también trae unos costos asociados, pues se debe asumir el impuesto predial, declarar los bienes y mantenerlos. El costo depende mucho del número de años que tenga la vivienda y de cómo se mantenga en el tiempo desde el punto de vista financiero.
Para el profesor Iván Verbel, el Departamento de Economía de la Universidad del Norte, “la vivienda no se puede ver solo como un activo patrimonial, sino que también se emplea como un seguro en momentos en que por algún motivo las cosas no vayan bien, y los inmuebles se convierten en un activo que permite darle seguridad a la familia”.
Agrega que “en algunos casos, las familias piensan en construir un segundo piso para abrirle espacio a su núcleo familiar. Así, la vivienda no es solo un vehículo de inversión, sino también una seguridad a la familia extendida. La aspiración es tener un techo propio a pesar de que al comienzo toque optar por el arrendamiento”.
Por su parte el profesor Carlos Hernández Correa, de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Pontificia Universidad Javeriana, afirma que “en este sentido los efectos del POT también son clave, porque dependiendo de este el valor de la tierra sube o tiene efectos importantes, sobre todo en el perímetro urbano”.
Ejemplo de esto es el aumento del número de edificios en municipios como Madrid y Chía, que no tienen los servicio ni la infraestructura necesaria para albergar a tanta gente: “por ejemplo, el valor de la tierra (hectárea) en Cundinamarca es el más alto en el país; tampoco es que ahí la vivienda sea muy barata, pero sí se está haciendo mucha especulación”.
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