Al igual que América Latina, Perú sufrió en la década de los 80 una fuerte crisis acompañada de hiperinflación, producida por factores internos –como las políticas expansionistas– y externos como la crisis generalizada del capitalismo. A esto se sumó que en 1993 se cambió la Constitución Política, momento que originó una crisis que protegió todas las reformas neoliberales.
“Con esto se ata de mano al Estado y este es incapaz de resolver los problemas sociales del país y deja que la economía sea resuelta por el mercado en una lógica siniestra”, destaca el también candidato a doctor en Economía.
Agrega que “con este cambio constitucional, promovido por un autogolpe, se instaura una dictadura que se extiende hasta 2001; justo cuando la reelección estaba prohibida, Alberto Fujimori se reelige como presidente con Keiko Fujimori como primera dama”.
Con el tiempo se ha querido hacer una transición democrática que, en su concepto, “solo mantiene las políticas neoliberales, profundiza las reformas, la frontera extractiva y una economía que se ha sustentado en la venta de commodities mineros como plata, cobre, y en menor medida oro”.
El COVID-19 se sumó a la crisis institucional que ya venía en el país y que lo tiene sumido en lo que el economista llama “una desintegración del tejido social a nivel de sus instituciones y económica, del neoliberalismo como modelo, lo cual no significa que no vaya a seguir. La elección de Pedro Castillo significa ese cambio”.
El ideario del partido político Perú Libre planteó en campaña desmantelar el neoliberalismo, las políticas expansivas, monetarias y políticas, con gran flujo de inversión educativa y apuntaba a un cambio constitucional. “En términos económicos era y es bastante progresista”, concluye el economista Garay.
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