Dichos corredores son franjas con potenciales ecológicos que conectan varias regiones y favorecen un equilibrio para diversas especies, entre ellas los humanos. El programa Radio Múcura –de Radio UNAL (98.5 FM)– abordó la historia de la transformación de los corredores ambientales de la ciudad y sus efectos hasta hoy.
Guillermo Rueda Delgado, doctor en Ecología y director de la Fundación Ecoyaco, destaca que entre 1950 y 1960 surgió la ley de incentivo agrícola, la cual consideraba los humedales como tierras improductivas: “existe un incentivo perverso que decía que quienes convirtieran las tierras improductivas en productivas tendrían exenciones de impuestos y podrían ser acreedores de subsidios del Estado”.
El problema es que los humedales se consideraban improductivos y las urbanizaciones que se construyeron en este tiempo se hicieron sobre y no alrededor de los humedales. “Permanentemente Bogotá ha sido una invasora de los sistemas hídricos y de las cuencas de los ríos”, señaló el doctor Rueda.
“La visión que se ha tenido en Bogotá es una visión de ingeniería civil y no una de ecología”, agregó.
Por su parte el líder social Andréy Tellez destaca que “la declaratoria de la emergencia climática es un ejercicio mancomunado de propuestas y de luchas para conseguir que este acuerdo de ley quedara en el Concejo de Bogotá, lo cual ha permitido tener un escenario más expedito y consolidado frente a las quejas y los reclamos, y la protección ambiental”.
Según la Secretaría Distrital de Planeación de Bogotá, “en algunas de estas zonas se ha excedido el área de reforestación y restauración y se ha dejado poco espacio para los usos recreativos y de disfrute de las personas”.
Desde 2018 se ha propiciado la tala de árboles, el endurecimiento de las zonas de ronda de los cuerpos de agua y la afectación a las comunidades faunísticas.
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